Si estás pensando en cambiar el sistema de climatización de tu casa porque el que tienes consume mucho, piensa primero en el aislamiento de esta. De nada sirve que instales el sistema de climatización más eficiente del mercado si la vivienda tiene fugas térmicas por todas las esquinas. Cuanto peor aislamiento térmico, más demanda energética tendrá la casa, más trabajo hará el sistema de climatización para mantener la temperatura de confort deseada y mayor consumo energético.
Pobre aislamiento > Fugas térmicas > Mayor demanda energética = Mayor consumo energético
Un ejemplo sencillo y claro para entenderlo sería, que al igual que tu no abres la puerta del horno mientras se está haciendo el asado porque tardaría muchísimo más en hacerse o simplemente no se haría, o no te dejas la puerta de la nevera abierta porque no enfriaría, debes pensar, que tu casa consume tanta energía porque se le está escapando el calor o el frío.
Para alcanzar el máximo ahorro y consumo energético casi nulo hay que alcanzar un balance entre la energía consumida y la energía generada.
Hay tres factores fundamentales a tener en cuenta cuando se persigue reducir el consumo de energía necesario para calentar o enfriar una vivienda:
– El primero y principal es el aislamiento térmico: conservación de la energía interior en la vivienda.
– El segundo la eficiencia energética del equipo (e.g. geotermia o aerotermia)
– El tercero la distribución del calor o frío (e.g. suelo radiante)
La incorporación de aislamiento térmico en todos los elementos de la envolvente térmica de la vivienda -muros, suelos y cubiertas-, permite conservar la energía generada en el interior y mantener el confort térmico. Además, dicho aislamiento debe de constituir una barrera continua, de manera que recoja todos los espacios habitables acondicionados, y resuelva todos los puentes térmicos, evitando así pérdidas energéticas innecesarias.
