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El arquitecto y el cambio de paradigma energético

Este artículo tiene que ver tanto con los arquitectos que están dando sus primeros pasos en la profesión como con los que atesoran una larga trayectoria en ella.

El profesional de la arquitectura siempre ha sido y será, por mucho que cambien los tiempos, un ser polifacético en el que se mezclan de una forma singular cualidades tan diversas como la sólida formación técnica, un sentido acusado de la estética, acompañado a menudo de una sensibilidad humanística y social. A todo esto hay que añadir la capacidad de reciclaje de una forma casi constante para incorporar a su quehacer los continuos cambios que afectan a las distintas facetas de la profesión y que se suceden cada vez más rápido.

Conjugadas estas cualidades y reflejadas positivamente en la enorme cantidad de detalles que han de tenerse en cuenta en todo proyecto, se conseguirá un resultado que a menudo colmará las expectativas del cliente y otros elementos afectados por su obra.

El concepto de vivienda ha cambiado en los últimos 50 años más que en los 5 siglos anteriores. Aspectos tales como la climatización, calidad del aire, iluminación, accesibilidad, ergonomía, conectividad, eficiencia energética, sostenibilidad, etc., son novedosos. El profesional de la arquitectura ha abanderado el salto hacia adelante que ha supuesto la incorporación de estas nuevas variables y lo ha tenido que hacer venciendo la resistencia de unos actores a menudo inmovilistas y acomodados: promotores, administraciones y distintos  grupos de presión vinculados a sector de la construcción, todos interesados por distintas razones si no en el mantenimiento del status quo, al menos en la ralentización de los cambios.

Para los profesionales de la construcción, que han apostado por la incorporación o profundización de los aspectos antes reseñados, ha sido particularmente estimulante la visibilidad que han conseguido en el sector, al diferenciarse de fórmulas tradicionales. En no pocas ocasiones la diferencia y visibilidad han sido la tabla de salvación para sus estudios en una coyuntura económica muy desfavorable.

Distintas directivas de la Unión Europea han adoptado una orientación clara: cuando se trata de nueva edificación, las diversas soluciones que se prescriban en materia de climatización, recuperación energética y producción de agua caliente sanitaria en lo que afecta al diseño, los materiales y nuevas tecnologías deben ser incorporadas por los arquitectos en la etapa del proyecto del edificio. Según un informe del IDAE (Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía), del 17% del consumo final de energía es responsable el parque residencial. Además, desde hace tres años debemos tener en cuenta la certificación energética que muestra el grado de eficiencia de un edificio. A pesar de que la más alta clase energética del edificio sube considerablemente su valor en el mercado, a día de hoy en España sólo unas 3000 viviendas la han conseguido.

De esta manera queda patente el papel protagonista que el arquitecto juega en todo el proceso y la repercusión que durante muchos años van a tener sus decisiones en la cantidad y tipo de energía que su realización consumirá. Contemplado en el conjunto de la profesión nos daría la idea de la repercusión que los arquitectos pueden tener para la economía y el medioambiente del país.

Detrás de cada noticia relacionada con proyectos de edificios sostenibles y eficientes hay un arquitecto que ha entendido y hecho entender la nueva realidad de la construcción: edificios de consumo energético casi nulo, edificios climatizados por energías renovables (geotermia, aerotermia, biomasa, energía solar, eólica), edificios con los sistemas de autoconsumo, recuperación de la energía de ventilación, etc. Estos y otros muchos ejemplos no podían ser realidad sin la decisiva aportación de los profesionales de arquitectura.

En un entorno cambiante en el que la información fluye con rapidez y los potenciales clientes tienen cada vez una mayor conciencia de lo que quieren tanto como consumidores individuales como ciudadanos comprometidos con unos valores cívicos y éticos que tienen que ver con la preservación del medio ambiente y el ahorro de recursos naturales, el profesional de la arquitectura que sepa estar a la altura de estas exigencias habrá ganado el futuro.